"Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Esos recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo, y esos recorro mirando, mirando sin aliento" Castaneda

lunes, 17 de marzo de 2014

Una verdadera historia de fantasmas (Robert M. Pirsig)

Zen y el arte de la mantención de la motocicleta
(fragmento)


Chris pregunta qué vamos a hacer después. Nada cansa a este chico. La novedad y lo extraño de los alrededores del motel lo excitan y quiere que cantemos como lo hacían en su campamento de verano.
"No somos muy buenos para cantar", dice John.
"Entonces contemos cuentos", dice Chris. Se queda pensando. "¿Sabes alguna buena historia de fantasmas? Todos los chicos en nuestra cabaña acostumbraban a contar historias de fantasmas por la noche".
"Cuentanos una", dice John.
Y lo hace. Son más bien divertidas. Algunas no las había oído desde mi niñez. Se lo digo, y Chris quiere oír alguna de las mías, pero no puedo recordar ninguna.
Después de un rato dice "¿Crees en los fantasmas?"
"No", le contesto.
"¿Por qué no?"
"Porque son no-cien-tí-fi-cos".
La forma en que lo digo hace sonreír a John. "Ellos carecen de materia", prosigo, "y no tienen energía y por ende, según las leyes de la ciencia, no existen, salvo en la mente de las personas".
El whisky, el cansancio y el viento en los árboles empiezan a mezclarse en mi cerebro. "Por supuesto", agrego, "las leyes de la ciencia no contienen materia ni energía y por consiguiente tampoco existen, excepto en la mente de las personas. Es mejor ser completamente científico sobre todo este asunto y negarse a creer tanto en los fantasmas como en las leyes de la ciencia. Eso no te deja mucho en qué creer, pero también es científico".


"No entiendo de qué estás hablando", dice Chris.
"Estoy bromeando".
Chris se siente frustrado cuando hablo así, pero no creo que lo hiera.
"Uno de los chicos en el campamento de la YMCA cree en los fantasmas".
"Él sólo estaba tomándote el pelo".
"No, no es cierto. Decía que cuando las personas no han sido sepultadas como corresponde, sus espíritus vuelven para penar a la gente. Él lo cree de verdad".
"Estaba tomándote el pelo", repito.
"¿Cuál es su nombre?", pregunta Sylvia.
"Tom Oso Blanco".
John y yo intercambiamos miradas, reconociendo de improviso la misma cosa.
"¡Ohhh, Indio!", dice él.
Me río. "Creo que voy a tener que desdecirme un poco", digo. "Estaba pensando en fantasmas europeos".
"¿Cuál es la diferencia?"
John ríe a carcajadas. "Te pilló", dice.
Pienso un instante y digo "Bueno, los indios tienen a veces una forma distinta de ver las cosas, que no digo que sea del todo errada. La ciencia no forma parte de su tradición".
"Tom Oso Blanco dijo que su mamá y su papá le habían dicho que no creyera en esas cosas. Pero dijo que su abuela le susurró que todo era verdadero, así que él lo cree".
Me mira suplicante. A veces quiere realmente saber algunas cosas. En tal caso ser bromista no es ser buen padre. "Seguro", digo, dando marcha atrás, "yo también creo en los espíritus".
Ahora John y Sylvia me miran de modo peculiar. Veo que no voy a salirme fácilmente de todo esto y me apresto para una larga explicación.
"Es completamente natural", digo, "pensar que los europeos que creían en las ánimas o los indios que creían en los espíritus eran unos ignorantes. El punto de vista científico ha arrasado toda otra visión hasta el punto de que parezcan primitivas, de modo que si una persona actual habla de fantasmas o espíritus se le tilda de ignorante o quizá de chiflado. Es casi imposible imaginar un mundo en el que puedan existir los fantasmas".
John asiente y prosigo.
"Mi propia opinión es que el intelecto del hombre moderno no es tan superior. Los Coeficientes Intelectuales no son demasiado diferentes. Esos indios y esos hombres medievales eran tan inteligentes como nosotros, pero el contexto en que ellos pensaban era del todo diferente. Dentro de ese contexto de pensamiento, los fantasmas y espíritus son tan reales como lo son los átomos, las partículas, los fotones y los quantas para el hombre moderno. Es en ese sentido que creo en los fantasmas. El hombre moderno también tiene sus fantasmas y sus espíritus, sabes".
"¿Qué?"
"Oh, las leyes de la física y de la lógica... el sistema numérico... el principio de sustitución algebraica. Ésos son fantasmas. Creemos en ellos de manera tan ciega que nos parecen reales".
"A mí me parecen reales", dice John.
"No entiendo", dice Chris.
Así que prosigo. "Por ejemplo, parece completamente natural presumir que la gravitación y la ley de gravitación existían antes de Isaac Newton. Sonaría a chifladuría pensar que hasta el siglo diecisiete no había gravedad".
"Por supuesto".
"Entonces ¿cuándo empezó esta ley? ¿Ha existido siempre?"
John frunce el ceño, preguntándose qué persigo.
"A lo que voy", digo, "es a la noción de que antes del comienzo de la Tierra, antes de que se formaran el sol y las estrellas, antes que existiera la primera generación de cualquier cosa, ya existía la ley de gravedad".
"De acuerdo".
"Estaba allí, sin tener masa ni energía propias, sin estar en la mente de nadie porque nadie existía, ni en el espacio porque tampoco había espacio, ni en ninguna parte- ¿existía de todas maneras esta ley de gravedad?"
Ahora John no parece tan seguro.
"Si es que esa ley de gravedad existía", continúo, "honestamente no sé qué tendría que hacer una cosa para ser inexistente. A mí me parece que esa ley de gravedad ha pasado todas las pruebas de inexistencia habidas y por haber. No podemos pensar en un solo atributo de inexistencia que esa ley no tuviera. O un solo atributo de existencia que poseyera. Y sin embargo, todavía es de 'sentido común' creer que sí existía".
John dice, "Creo que tendría que pensarlo un poco".
"Bien, yo predigo que si lo piensas suficiente te encontrarás dando vueltas y vueltas y vueltas y vueltas, hasta que por fin llegas a la única conclusión posible, racional e inteligente. La ley de gravedad y la gravedad misma no existían antes de Isaac Newton. Ninguna otra conclusión tiene sentido.
"Y lo que eso significa", digo antes de que pueda interrumpirme, "y lo que eso significa es que ¡esa ley de gravedad no existe en ninguna parte salvo en la cabeza de las personas! ¡Es un fantasma! Todos somos muy arrogantes y nos ufanamos de destruir los fantasmas de otra gente, pero somos igual de ignorantes y bárbaros y supersticiosos respecto de los nuestros".
"¿Por qué entonces toda la gente cree en la ley de gravedad"?
"Hipnosis en masa. La que en forma muy ortodoxa se llama 'educación'".
"¿Quieres decir que el profesor está hipnotizando a los niños para que crean en la ley de gravedad?"
"Por supuesto".
"Eso es absurdo".
"¿Has oído hablar de la importancia del contacto visual en la sala de clases? Todo educador lo enfatiza. Pero ningún educador lo explica".
John mueve la cabeza y me sirve otro trago. Se tapa la boca con la mano y en un aparte teatral dice a Sylvia, "Sabes, la mayor parte del tiempo parece un tipo normal".
Contraataco, "Ésa es la primera cosa normal que he dicho en varias semanas. El resto del tiempo, al igual que ustedes, estoy simulando la locura-siglo-veinte. Para no llamar la atención.
"Pero voy a repetirlo para ti", digo. "Creemos que las palabras aún no encarnadas de Sir Isaac Newton estaban situadas en medio de la nada, billones de años antes de que él naciera, y que en forma mágica él descubrió tales palabras. Éstas estuvieron siempre allí aun cuando no se aplicaran a nada. En forma gradual el mundo llegó a ser y entonces le fueron aplicadas. De hecho, esas palabras por sí mismas fueron las que formaron ese mundo. John, eso me parece ridículo.
"El problema, la contradicción en que están atorados los científicos, es el de la mente. La mente no tiene materia ni energía, pero ellos no pueden escapar a su predominio sobre todo lo que hacen. La lógica existe en la mente. Los números sólo existen en la mente. Yo no me perturbo cuando los científicos dicen que los fantasmas existen en la mente. Es ese sólo el que me inquieta. La ciencia también está sólo en la mente, es simplemente que eso no la hace mala. Ni tampoco a los fantasmas".
Ellos están mirándome, así que prosigo: "Las leyes de la naturaleza son invenciones humanas, tal como los fantasmas. Las leyes de la lógica y de las matemáticas también son invenciones, como los fantasmas. Todo el bendito asunto es una invención humana, incluyendo la idea de que no es una invención humana. El mundo no tiene existencia alguna fuera de la imaginación humana. Todo es un fantasma, y todo el bendito mundo en que vivimos fue así reconocido en la antigüedad. Está manejado por fantasmas. Vemos lo que vemos porque esos fantasmas nos lo muestran, los fantasmas de Moisés, Cristo y el Buda, Platón, Descartes y Rousseau, Jefferson y Lincoln, y así sucesivamente. Isaac Newton es un muy buen fantasma. Uno de los mejores. Tu sentido común no es otra cosa que las voces de miles y miles de esos fantasmas del pasado. Fantasmas y más fantasmas. Fantasmas que intentan ganarse un lugar entre los vivos".
John parece estar demasiado inmerso en sus pensamientos para hablar. Pero Sylvia está excitada. "¿De dónde sacas todas estas ideas?", dice.
Estoy a punto de responderle pero me callo. Tengo la sensación de haber excedido el límite, ya es tiempo de abandonar el tema.
Después de un rato John dice, "Será bueno volver a las montañas".
"Así será", concuerdo. "¡Un último brindis por eso!"
Lo apuramos y nos vamos a nuestros cuartos.
Veo que Chris se cepille los dientes y acepto su promesa de que se duchará por la mañana. Hago valer mi mayor edad y escojo la cama junto a la ventana. Después que apagamos la luz, dice, "Ahora, cuéntame una historia de fantasmas".
"Pero ya lo hice allá afuera"
"Quiero decir una verdadera historia defantasmas"
"Ésa ha sido la más verdadera que hayas oído jamás".

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