"Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Esos recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo, y esos recorro mirando, mirando sin aliento" Castaneda

lunes, 22 de febrero de 2016

KingCrimsoneando en el Trosco-Móvil

Desde Carrasco, apretados en el Honda FIT escuchando King Crimson todo el viaje; luna menguante diluyéndose en un fade out establecido por los rayos de Aurora, la de los dedos rosados; nubes bajas en la Laguna de los Patos traen la reminiscencia de un paisaje andino; en la frontera recuerdo que el verano pasado allí perdí una remera de manga larga y me pregunto si no habrá forma de recuperarla, pero sé que es tarde y que aquel micro donde la olvidé ya está muy lejos. Los conductores rotan y la ruta despejada de "El Este" se conecta con la baqueteada y vigilanteada ruta BR-471 de "El Brasil gaúcho"; pasan las horas y las ondulaciones geográficas y llegamos, por fin, a la caótica, infernal y aplastante megaurbe de Porto Alegre*.

*En verano, Forno Alegre, para los amigos.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Durazno y Convención

Hay una esquina montevideana que es ineludible para aquellos que crecimos escuchando a Jaime Roos. Una esquina que a simple vista no ofrece nada en particular; una casa cualquiera rodeada de otras casas cualquiera, habitadas por gente en apariencia común... Pero cuya inmortalización en manos del cantautor uruguayo la convierte en un ícono. Por supuesto, hablo de la intersección de las calles Durazno y Convención.

En mi breve paso por la ciudad, allí fui junto a mi madre (responsable desde mi infancia, además, de que el músico uruguayo tenga un significado en mi memoria emotiva) para sacar las fotos reglamentarias.


En un momento de respiro entre los flashes, súbitamente se abrió la puerta del inmueble y atravesó el umbral su aparente morador, que nos miró de reojo, cerró con llave y se marchó. Por alguna razón, me inhibí de preguntarle qué se sentía vivir en esa icónica esquina... tal vez porque el acto de haber estacionado el auto en la puerta de su hogar y estar sacándonos fotos ya era suficientemente invasivo, o quizás porque la formulación de mi pregunta tranquilamente podría haber sido "¿qué se siente tener un conglomerado de bípedos humanoides haciendo fila a diario para fotografiarse en la puerta de tu casa?", por lo que me figuré que su respuesta no tendría mucho interés.


Así, con la melodía de Jaime en la cabeza, nos retiramos silenciosos en busca del reposo necesario previo a una jornada de rutas, peajes y fronteras, con las tierras de Brasil como destino.