"Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Esos recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo, y esos recorro mirando, mirando sin aliento" Castaneda

sábado, 14 de enero de 2017

Gira Diagonálica #4 BRETAÑA

Con posterioridad al concierto en Les Trois Arts alquilamos un auto y emprendimos viaje hacia Bretaña, adentrándonos en la Francia profunda. Unas 5 horas de ruta nos depositaron en una pequeña comarca llamada Sarzeau donde se emplazaba la casa de Meven, viejo colega universitario de uno de mis compañeros diagonálicos. Bretonés hasta la médula, él y su maravillosa familia fueron nuestros anfitriones en nuestra breve estadía allí. Con ellos expedicionamos en largas charlas sobre la cultura celta, la langue bretonne y la voluntad independentista de su pueblo. Todo, al tiempo que nos atragantábamos con el frommage artesanal elaborado por ellos mismos in situ que generosa y obstinadamente disponían de manera continuada sobre la mesa.  


Ocupada por diversos pueblos celtas desde tiempos inmemoriales, conquistada por Julio César en los albores de la era cristiana, la región ha sabido mantener una autonomía identitaria que la distingue del resto del país bajo cuya administración se desenvuelve. Y es que, según me iba contando Meven, su cultura, su música, su lengua e incluso su clima, la emparentan más a países de raíces celtas, como Irlanda o Gales, que a Francia. Así, aflora ocasionalmente una voluntad independentista que, si bien no llega a cobrar una notoriedad pública internacional tal como las de Córsica, Catalunya o el País Vasco, persiste en el tiempo.


Como habíamos llegado relativamente temprano a destino, insistí a mis compañeros en aprovechar la tarde libre e invertir un par de horas en visitar Carnac, comuna donde se conserva el complejo de monolitos prehistóricos más grande del mundo. Los mismos fueron erguidos por pueblos pre/proto-celtas aproximadamente desde el año 4.500 a.C. en adelante, durante el período Neolítico.


Para algunos, la manifestación de la incólumne y milenaria necesidad humana de acercarse a lo divino, de fundirse con la naturaleza, de comprender el cosmos. Para otros, un fútil montón de piedras. Cuestión de perspectivas, como quien dice.


En la playa mojé mis pies, por vez primera, en las costas orientales del océano Atlántico. ¿Era posible que esa misma masa acuífera fuera la que bañara nuestros cuerpos en Chapadmadal, en San Clemente del Tuyú o en Mar de las Pampas? Misterios de la geografía; tras cavilar brevemente en dichas consideraciones le di rienda suelta a mi alma geóloga y me dediqué a recolectar algunas de las bonitas piedras que se aposentaban por doquier en la arena, cual diminutos lobos marinos durmientes calcinándose al sol.

A pocos metros de la plage se encontraba el Castillo de Suscinio, procedente del siglo XIII y otrora residencia de los Duques de Bretaña. Por dentro museo, para la hora a la que llegamos ya se encontraba cerrado. La visión exterior del mismo, empero, fue suficiente para imaginar el esplendor opulento de Bretaña durante la Edad Media.


Para la segunda noche llegó el acontecimiento que nos había catapultado hasta allí, que a la vez significaba el final de la gira musical del grupo. Meven y su familia organizaban una fiesta en su propio terreno, y en ese marco ofrecimos un concierto -principalmente de tango, aunque también hubo lugar para Mercedes Sosa, Violeta Parra y María Elena Walsh, en la voz de nuestra partenaire Vanina De Franco- para alrededor de 200 personas, campesinos agradecidos y amables que nos aplaudieron a rabiar y nos llenaron de afecto. De todas las piezas que interpretamos, se conserva el registro audiovisual del momento que fue, para quien escribe, el más emotivo de la velada. Adiós Nonino, con la estela de mi por entonces recientemente fallecida abuelita Hilda flotando en el aire nocturno de la campiña francesa.




(Adiós nonina, centinela en el cielo. Hasta siempre).

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